Cultura Urbana
Este es un blog para guiar en el recorrido de Santiago en busca de los placeres de la buena mesa.

Alvaro Portugal

8/19/2005

Café San Juan


Esta es una contribución internacional de Sebastian Otero, amigo personal de uno de nuestros editores: Guillermo Venegas.
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En el barrio San Telmo de Buenos Aires, arrabal de anticuarios, coleccionistas y cachivaches que según mi consejero de viajes es de mal comer. Por pura suerte encontramos esta pequeña tasca que me dio buenas señales desde la calle, doce mesas apretadas entre muros blancos que lucían vinos. Una barra separaba la cocina llena de conservas preparadas ahí mismo, de la sobremesa de las tres de la tarde. La dueña nos recibe y dice “tendrían que compartir mesa”, nos miramos, asentimos mientras su marido miraba listados en la caja. Un lugarcito de gesto europeo de esos que el menú esta escrito con tiza y que todos los que ahí trabajan tienen el mismo apellido. Nos dirigimos a la mesa curioseando los platos que se terminaban bajo la tertulia, de esas que los argentinos nos llevan ventaja.

Ya en la mesa nos interrumpen dos pizarras, una con tapas y otra con platos, todos con olor a preparación meticulosa, cacería y recolección. Compartimos unos riñoncitos de conejo en reducción de oporto, hojuelas de ajo tostado y algún secreto con trazas de miel y especias. Emocionado veo que están justo en su punto rosáceo interior, sólo he comido platos así en manos de renombre.

El segundo fue difícil de elegir, la curiosidad me llevo a comer un corte que me era desconocido, ojo de bife. Tras explicaciones posteriores no confiables éste correspondería al trozo de costillar que no tiene huesos o algún lugar del glúteo. Venia sumergido en aromática salsa de mostaza junto a unas papas doradas y humectadas por unos portobelos fileteados salteados en oliva, ajo y sabor a cebollas acarameladas.

Mi compañera de todo tipo de viajes, por la tierra y los versos, se devoro unos fetuccinis amasados y cortados por el ágil que perseguía sartenes y olores en la cocina. Se enredaban en berenjenas y zuchinis grillados, tomates cherry frescos y dulces todo aromatizado con albahaca, la fruta del oliva y el humo del fuego.

A estas alturas ya conversábamos con dos lugareñas que se iban haciendo cómplices en la mesa, que intimidad se logra cuando uno vive ese estado de bautismo con Malbec y la placidez del abdomen distendido. Finalmente se acerca la dueña y nos dice sonriendo “¿Se habrá visto un ambiente más familiar que este?”.

Después de haber pagado una cifra ridícula por lo comido ($10.600.- pesos chilenos por los dos) nos despedimos de beso de nuestras compañeras de mesa, agradecimos de corazón a los propietarios por el sublime gozo que nos hicieron vivir, y nos fuimos atesorando la tarjeta de visita como si fuese la llave de la puerta que accede al Café San Juan.

Recordé el ofrecimiento de un amigo de escribir aquí, es imposible vivir esto y no querer gritarlo a los cuatro vientos.

Sebastian Otero.

3 Comentarios:

Blogger Alvaro Portugal dijo...

Notable post!... me dieron ganas de ir a Buenos Aires.

19/8/05 11:25 a. m.

 
Anonymous Anónimo dijo...

TOP

23/8/05 1:21 p. m.

 
Blogger Roberto Iza Valdés dijo...

¡Qué temporada!
map of buenos aires argentina Roberto Iza Valdes

5/11/05 10:26 p. m.

 

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